Por la noche, cuando el día concluye, a muchos de nosotros nos llega el
resumen de lo acontecido en la jornada. Es
un ejercicio de reflexión rutinario. Lo hecho, lo pendiente, lo cansado para
enfrentar tareas futuras y, un largo etc...
Algunos incluso ponemos en la balanza lo positivo y lo no tanto que nos
ha regalado la jornada.
Ayer (Podría ser cualquier día, da igual el momento) en un recital
poético donde todo eran letras, rodeado de los más avezados poetas, escritores
en general, (Algunos, muchos diría yo, engordados de ego) me reafirme en la
falsedad de las personas. Lo trágico de sus palabras vacías, de las envidias,
de los celos por ser los ombligos del mundo en un mundo carente de sentido, de
los besos y palmaditas, de lo bueno que somos todos. Mentira, mucha mentira. En
realidad y como valía literaria podrían ser o estar, dos, a lo sumo tres
personas. Y como suele ocurrir en estos casos, son los menos escandalosos, los
que se pasean de puntillas. Siendo entendedores silentes de que la poesía, la
literatura es mucho más que la verborrea y la palmadita. Que el escribir y que te lean está por encima,
incluso, de ellos mismos.
Creo que en su mente están las palabras latentes y exactas: que os den,
criaturas guiadas y perversas.
Yo (por ellos) seguiré gozando en la tranquilidad del buen hacer por
las letras, aun sin besos o falsas palmaditas traseras.
*José Manuel Salinas*
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