viernes, 8 de mayo de 2015

TIEMPO PERDIDO




Las principales televisiones privadas luchan por la audiencia. Ardua tarea en tiempos pasados. En su continuidad es el sí o el sí de su razón de ser. Cuantos más españoles estén delante de la pantalla y por más tiempo, más garantía de éxito, económico, claro.  Los anuncios son la clave de los ingresos. Da igual el tipo, medida o contenido. Da lo mismo el horario adulto o infantil. En realidad da un poco igual las normas. Lo importante es recaudar. Para conseguirlo, nos llaman la atención con programas un tanto agresivos, formatos fáciles y baratos donde el telespectador solo utiliza los ojos y poco o nada su capacidad de raciocinio. Programas que rozan el esperpento, que dañan en algunos casos la inteligencia. No importa, hay españoles para todo, indistintamente de la edad.
Audiencia variada para una selectiva ignorancia. Da igual si tienen carrera, estudios medios o ninguna clase de formación. Aunque todos pensantes, salvo cuando están enganchados al programa de turno. Se olvidan de lo que son, de lo que hacen y sobre todo de la situación personal de cada uno, muchas veces impuestas por otros. El caso es devorar carnaza a través de una pantalla cómodamente sentados en sus sillones. Todo respetable, aun siendo un camino desastroso. Unos recaudando sin escrúpulos, todo vale. Los demás sumisos, contentos dirigidos. Y unos cuantos apenados, llorando sobre las páginas de un libro sin dar crédito a todo lo que los envuelve.
Tal vez, solo tal vez, anclados en un pasado rodeados de  necesitada libertad.



                                                     *José Manuel Salinas*