lunes, 1 de septiembre de 2014

DESQUICIADOS




Estamos cambiando a un ritmo frenético, desbordado. Hablo de  personas.
Lo hacemos en buena parte por la tecnología. Por no entrar en otra serie de motivos. Son tiempos muy revueltos, en los cuales, el afán de protagonismo no tiene barreras, no tiene  límite. Donde todo el  presente, es ya pasado.
Acudimos como moscas a la miel a las redes sociales, nos encontramos cómodos, pero sobre todo y ante todo: visibles.
Es nuestra meta. Nuestro merito, el que nos digan y comenten las mil tonterías, a cual de ellas más grande, que a borbotones; a veces con el estomago vacío, echamos en palabras. Digo echamos, como carnaza a las fieras.
Hacemos vida paralela, donde casi todo es válido, también los insultos y las peleas. Eso sí, sin cara. Es como la cobarde-valentía de decir por teléfono, o mejor aún, por el famoso whatsapp, abierto 24 horas, lo que de frente nos resultaría un algo embarazoso.
Hay también los que las utilizan para fines más serios, como el de engordar su ego. Son los que, aprovechándose de sus agregados (a los cuales el 95% ni conocen) ponen tendencias propias. En literatura más concretamente (O lo que eso sea) suben poemas, novelas, artículos, ensayos etc. dándoselas de potentados escritores con bagaje. (A la mayoría no los conoce ni el propio enlace.) Ah, y con citas que son prestadas de otros escritores, los cuales jamás han leído. (Pero mola y da altura.)

Creo que todo entendido. Esto de las tecnologías, es la leche. Sin haber subido aun este escrito, ya me critican. El presente, el pasado.

Sócrates,  y el resto de filósofos-pensadores están muertos, menos mal…


*José Manuel Salinas*