Estamos cambiando a
un ritmo frenético, desbordado. Hablo de
personas.
Lo hacemos en buena
parte por la tecnología. Por no entrar en otra serie de motivos. Son tiempos
muy revueltos, en los cuales, el afán de protagonismo no tiene barreras, no
tiene límite. Donde todo el presente, es ya pasado.
Acudimos como
moscas a la miel a las redes sociales, nos encontramos cómodos, pero sobre todo
y ante todo: visibles.
Es nuestra meta.
Nuestro merito, el que nos digan y comenten las mil tonterías, a cual de ellas
más grande, que a borbotones; a veces con el estomago vacío, echamos en palabras.
Digo echamos, como carnaza a las fieras.
Hacemos vida
paralela, donde casi todo es válido, también los insultos y las peleas. Eso sí,
sin cara. Es como la cobarde-valentía de decir por teléfono, o mejor aún, por
el famoso whatsapp, abierto 24 horas, lo que de frente nos resultaría un algo
embarazoso.
Hay también los que
las utilizan para fines más serios, como el de engordar su ego. Son los que,
aprovechándose de sus agregados (a los cuales el 95% ni conocen) ponen
tendencias propias. En literatura más concretamente (O lo que eso sea) suben
poemas, novelas, artículos, ensayos etc. dándoselas de potentados escritores
con bagaje. (A la mayoría no los conoce ni el propio enlace.) Ah, y con citas
que son prestadas de otros escritores, los cuales jamás han leído. (Pero mola y
da altura.)
Creo que todo
entendido. Esto de las tecnologías, es la leche. Sin haber subido aun este
escrito, ya me critican. El presente, el pasado.
Sócrates, y el resto de filósofos-pensadores están
muertos, menos mal…
*José Manuel Salinas*